El bueno, el feo y el malo (I)
Hijo de una perra sarnosa, me las pagarás… quiero verte reventar… de cólera, de rabia, de viruela negra… Desátame, desátame, hijo de una hiena… bájame… Mira, todavía estás a tiempo, si me dejas ir te perdono, y si no, te veré con gusanos en los ojos. Ay, madre, qué mal me encuentro… ya no puedo más, se me ha bajado la sangre a la cabeza. Ay, madre, Rubio… agua, agua… (Tuco escupe al Rubio y éste le da una bofetada y le tira al suelo) Canalla, hijo de una mofeta… Ya podrás con uno que está atado… desátame si te atreves… Te vas, ¿eh? Tienes miedo… Ven acá, ven acá… (el Rubio entra en la comisaría y sale el Sheriff) ¿Quién es éste? Se va un cornudo y llega otro… Vete, vete, vete, gordo asqueroso… (el Sheriff mira el cartel de «se busca» y lo enrolla) Envuelve, envuelve eso, que ya diré yo dónde te lo tienes que meter. Malditos Sheriff y quien los inventó. (Sale el Rubio y el Sheriff le paga) Mira, le da el dinero… Judas, que has vendido mi pellejo… pero no te aprovechará, ¿sabes?, no, de verdad que no… si hay justicia en este mundo, en medicinas lo vas a gastar, todo en medicinas, hasta el último centavo, porque te va a dar la tiña y la viruela… Tú no lo sabes, pero eres un bastardo, eres hijo de mil padres, todos tan bastardos como tú. Y por si no lo sabes, tu madre es una… (el Rubio enciende un cigarro y le tira la cerilla a la cara) Eres un bastardo, mandas a la horca a un pobre hombre que no ha hecho mal a nadie…
(El bueno, el feo y el malo)