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La Soledad, a la luz de las velas en su Besamanos

La iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina acogió a numerosos toresanos en este acto dedicado a la Virgen. La Cofradía Virgen de la Soledad destina la recaudación de las velas solidarias a los afectados por la DANA

La Cofradía Virgen de la Soledad de Toro ha celebrado su tradicional acto del Besamanos a Nuestra Madre de las Angustias en su Soledad. Este acto religioso se desarrolló en la iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina, sede de la Cofradía, en la tarde del 8 de diciembre, día de la festividad de la Inmaculada Concepción, y reunió en el templo a numerosos fieles de la Virgen de la Soledad.

La llegada a la iglesia de Santa Catalina de los asistentes al Besamanos estuvo acompañada, como todo el acto, por la música de la Asociación Musical La Mayor, bajo la dirección de José Manuel Chillón, autor del Himno a la Soledad, cuya letra impresa se repartió a todos los asistentes a la entrada de la iglesia en una tarjeta que, en su anverso, tenía el original y precioso cartel del Besamanos realizado por José Manuel de la Fuente.

Ya en el interior, pudieron adquirir las velas solidarias que la Cofradía Virgen de la Soledad tenía puestas a la venta con una doble motivación, la de que estas candelas sirvieran durante el Besamanos como ofrenda a la Soledad y la de que el importe íntegro conseguido mediante su venta, así como los donativos entregados por los devotos asistentes al acto, se destine a ayudar a los afectados por la terrible DANA que a finales de octubre arrasó numerosos pueblos de las comunidades de Valencia, Castilla La Mancha y Andalucía.

La presidenta de la Junta Gestora de la Cofradía Virgen de la Soledad, María Ángeles García Hernández, dio inicio al acto religioso con unas palabras de bienvenida que también significaron una introducción al Besamanos y, así, explicó que «este año hemos concebido el Besamanos centrándonos en el significado de la luz«, especialmente «la luz que la Virgen lleva en su seno, que no es otra que el propio Jesús que en los próximos días nos va a bendecir con su nacimiento«. De María, incidió en que «Ella es luz, irradia luz«, y añadió que «en el altar mayor, justo detrás de Ella, custodiado por unos candeleros magníficos, aparece un sillón vacío», que «es el símbolo con el que queremos expresar como Ella deja su trono y baja para estar con nosotros, con sus hijos, irradiando luz, una luz que aparece en toda esta serie de candelas encendidas que la rodean esta tarde». Y es que, como resaltó, «María como madre sabe lo que es sentir el latido de dos corazones a la vez, el suyo y el del Mesías que se mueve en su vientre», aunque, esa tarde, «a esos dos corazones se unirán los nuestros por medio de nuestras candelas encendidas».

La Virgen de la Soledad durante su Besamanos. Foto Marisol Cámara

Después fue el diácono José Manuel Chillón quien se dirigió a las personas que se habían reunido en la iglesia para ofrecer una bella y certera plática en la que hizo referencia, como tema principal, al miedo, ese miedo «que todos tenemos» en algún momento y que, generalmente, no tiene que ver con lo que tenemos, sino con lo que aún no ha pasado. En este sentido, precisó que, al igual que sucede con el miedo que tienen los niños «a los monstruos que hay en su ventana», que «no se les pasa con la realidad», sino con «la confianza» de que sean sus padres quienes les dicen que no hay monstruos, también a los adultos se les pasa con personas en las que saben que pueden confiar, con un abrazo, con unas palabras de esas personas. Finalmente, alentó a los presentes a no tener miedo y a confiar en María.

Tras la intervención de Chillón, la tesorera de la Gestora de la Cofradía Virgen de la Soledad, Marisol Cámara, leyó un texto y el poema «Soledad Inmaculada» que había escrito para la celebración de la festividad de la Inmaculada, unida al Besamanos a la Soledad. En sus palabras destacó esa luz a la que ya había hecho referencia María Ángeles García, y se dirigió a la Virgen: «Inmaculada y Soledad a un tiempo, aquí nos tienes, celebrando con luz a quien es la Luz de la vida, a quien alumbra a la Vida misma, a quien enciende en nuestro corazón la luz del amor a Jesús«. Y también remitió al azul, en una unión con el simbolismo que José Manuel de la Fuente, quien fuera presidente de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla y es un gran conocedor de la imagen de la Soledad y de su historia, había representado en el cartel anunciador del acto del Besamanos, resaltando que «es día de azul radiante, de un azul claro como el cielo, del azul inmaculado de María». Aunque, seguidamente, y puesto que ya se había aclarado que, pese a ser día de fiesta, se tenía muy presente la devastadora DANA, así como a los afectados por ella, explicó que ése era el motivo del luto que lucía la Soledad en su vestido, con el que, matizó, «aunque eres la Estrella de la Mañana, con tu manto negro de luto, pareces más noche que alborada». «Y es que, aunque hoy celebramos tu fiesta, María Inmaculada, y pues que todos somos hijos tuyos, no podemos olvidarnos de nuestros hermanos«, añadió.

Además, pidió a la Soledad que, como Madre, diera esperanza a todos los que «no tienen aliento para sonreír, a los que lo han perdido todo», puesto que, y se dirigió a María, «conoces la pérdida absoluta, el dolor más desgarrador, la soledad más profunda», así como «la amargura que rompe el corazón de quien lo ha perdido todo», por lo que también le pidió «recoge sus lágrimas en las tuyas, que hoy son de azabache y caen por tus preciosas mejillas por el peso de la profunda tristeza«. «Acompáñalos, Soledad, para que no se sientan solos, para que sientan tu abrazo, tu compañía, tu consuelo», pues «en las estrellas de tu manto guardas el dolor de tus hijos que tanto han sufrido y están sufriendo y los mimas con caricias de terciopelo».

Sin embargo, concluyó, «no olvidamos que hoy es tu fiesta, María Inmaculada, Soledad de la serenidad infinita, del amor que todo lo puede, de la Luz de la esperanza en la buena noticia que alberga tu seno», por lo que «celebramos contigo…»

La presidenta de la Gestora de la Cofradía Virgen de la Soledad, María Ángeles García, tras prender su vela solidaria. Foto Marisol Cámara

Y esa celebración prosiguió con el momento de encender las velas «como símbolo de fraternidad, de unión y de expansión de la buena nueva que es el nacimiento de Jesús, concebido en un seno sin falta, sin mancha, como celebramos en esta fiesta de la Inmaculada«, matizó García Hernández. Y tras el encendido de las candelas, La Mayor interpretó el Himno de la Coronación de la Soledad, canto al que se unieron los asistentes con la emoción propia del momento.

Acto seguido, los asistentes, con sus velas encendidas, fueron pasando, de forma silenciosa, reverente y ordenada, ante la regia y bellísima imagen de la Virgen de la Soledad, situada presidiendo el altar mayor de la iglesia y a la altura de los presentes, para mirarla de cerca, para admirar su hermosísimo y dulce rostro, para darle las gracias, para rezarle, para sentirla junto a ellos, cada uno con un gesto como «una reverencia, un beso al aire, una genuflexión», según había indicado anteriormente la presidenta de la Cofradía.

Y uno de los momentos más conmovedores del Besamanos llegó con su final, cuando La Mayor dirigió el canto de la Salve, al que se unieron todos los asistentes.

La Cofradía Virgen de la Soledad, que cada año organiza el emotivo acto del Besamanos, contó, como es habitual, con la colaboración de la Cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla.

Fotos Marisol Cámara, C.G. y José Manuel de la Fuente

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