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«Las cornadas y la gloria»

La Peña Taurina "La Verónica" de Toro inaugura su sede con dos padrinos de excepción, Tomás Campuzano y Conchi Mateo, y muestra la exposición "Revoleras de colores" de la pintora Mer Fidalgo

La Peña Taurina «La Verónica» de Toro ha inaugurado oficialmente su sede con dos padrinos de excepción, el torero Tomás Campuzano y la cronista taurina Conchi Mateo, quienes participaron después en un coloquio taurino moderado por la periodista toresana Beatriz García. La tarde se completó con la exposición «Revoleras de colores», una serie de capotes pintados por la artista zamorana Mer Fidalgo, que se dispuso en una de las salas de Seminario Menor de la localidad cermeña.

La Asociación Cultural, con su presidente, Benito Vega, como introductor de los eventos programados, estrenaba su sede en un local perteneciente al Seminario Menor de Toro, acto oficial para el que contó con dos padrinos de lujo, el maestro y apoderado ecijano Tomás Campuzano y la aficionada y cronista taurina Conchi Mateo, quienes descubrieron la placa que señala, desde ese momento, la sede social de «La Verónica», un local con su «tendido sol» y su «tendido sombra» y decorado con numerosos motivos taurinos, como fotografías de toreros, banderillas, estoques, hierros de ganaderías o carteles taurinos, como el mítico cartel de Pozoblanco en el que Paquirri perdió la vida durante la corrida en la que toreó junto al Yiyo, quien murió de una cornada al año siguiente en la plaza de Colmenar Viejo, y a El Soro, quien completaba la terna, o el significativo cartel de la corrida que en Toro reunió a Tomás Campuzano, Rui Bento Vasquez y Jesulín de Ubrique.

Tomás Campuzano y Conchi Mateo descubren la placa de la sede de «La Verónica». Foto Marisol Cámara

A continuación, padrinos, aficionados e invitados se trasladaron a una de las salas de la planta baja del edificio del Seminario, donde se inauguró la muestra «Revoleras de colores«, una serie de once capotes pintados al óleo por la pintora zamorana Mer Fidalgo, quien explicó que se trata de «capotes usados que me han dado los propios toreros», por lo que en cada capote ha pintado al torero que se lo ha entregado, entre ellos Cayetano, Sebastián Castella, Pepe Moral, José María Manzanares, David Galán o Diego Urdiales. La exposición se completaba con nueve cuadros que forman parte de su obra «El toreo a lápiz«, puesto que todos ellos están realizados, de forma exclusiva, a lápiz, y muestran los retratos de ocho toreros, como El Juli o Alejandro Talavante, y un toro.

«Revoleras de colores» de Mer Fidalgo. Foto Marisol Cámara

Poco después dio comienzo una interesante tertulia taurina, moderada con maestría y un gran gusto por el detalle por la periodista toresana Beatriz García Gutiérrez, que ofreció, de forma amena y distendida las vivencias, anécdotas y opiniones del diestro sevillano Tomás Campuzano y de la cronista taurina Conchi Mateo, quien gestiona en redes sociales un grupo de aficionados a la tauromaquia, Aficionados Taurinos del Mundo, que cuenta con más de 139.000 miembros y es una gran conocedora de los entresijos de la afición taurina en Latinoamérica.

El torero de dinastía Tomás Campuzano trató sobre diferentes aspectos y anécdotas de sus veinte años de carrera como matador de toros, desde los motivos que le llevaron a querer ser torero, tras ver que su hermano José Antonio lo había logrado, mientras que él se había quedado trabajando en el campo, y así, resaltó que uno de sus principales motivos fue la necesidad de ganar dinero, especialmente para comprarle a su madre la casa con la que soñaba, algo que consiguió, y es que, como incidió, «para ser torero hay que tener una necesidad«. Recordó y compartió con los presentes sus inicios y cómo empezó a ganarse los contratos tras tardes de entrega y triunfos en las diferentes plazas y ferias y, en general, de su trayectoria, que «no fue una carrera fácil», pues, según precisó, la vida del torero conlleva tanto la alegría como el dolor, ya que, afirmó, «para eso estamos los toreros, para que vengan las cornadas y la gloria«. Asimismo, Campuzano rememoró junto a los aficionados de Toro algunas de sus faenas y toros más importanes, como la de «Topinero», otra a un toro de la ganadería Murteira Grave, con el que «más miedo» pasó en su carrera, o algunas faenas a astados importantes de ganaderías consagradas, como Victorino Martín o Miura.

Actuación de Rosi Crespo tras el coloquio. Foto Marisol Cámara

Por su parte, la cronista y aficionada taurina Conchi Mateo compartió con el público asistente al evento cómo nació su afición a los toros, que le debe a su padre, pero «también, en parte, a Tomás Campuzano» y, principalmente, cuál es la situación y las diferencias de la tauromaquia en los países de Latinoamérica, de los que es buena conocedora, así como cronista internacional para algunos de ellos, como Ecuador.

En la velada organizada por la Asociación Cultural «La Verónica» se encontraban, entre otras personalidades y profesionales del mundo del toro, el destacado banderillero David Adalid, los novilleros Emiliano Osornio y Pepe Luis Cirugeda, el joven becerrista Librillo o los ganaderos Antonio de Luisa y Rodolfo Gallego.

Remató la faena la cantaora zamorana Rosi Crespo, acompañada de Luis González a la guitarra, quien ofreció al respetable una magnífica muestra de su arte, en el que incluyó un fandango que había compuesto especialmente para Tomás Campuzano:

«Gracias a esta Asociación

que te tratan como hermano,

gracias a esta Asociación

que ha traído a Campuzano,

un torero con pasión

que de Sevilla ha llegado.»

(Rosi Crespo)

Fotos Marisol Cámara

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